Carrieré,
250 metros
Por:
Gabriela Vargas Aguirre
“Hay que escuchar historias, a
veces, éstas nos hacen mejores”
Con esta premisa inicia el
maravilloso viaje de Jean-Claude
Carrieré a través de los diversos lugares por los que se forjó el
personaje. Sus memorias, sus amigos, su familia y su muy marcada espiritualidad
son captadas por el lente de Juan Carlos Rulfo en un guión bien estructurado y
con una fotografía que le otorga al documental momentos de verdadero arte durante los 90 minutos que dura.
Sus reflexiones sobre ciudades como
Paris, Toledo y New York y su emotivo recorrido por India o Irán, país natal de su esposa y madre de su
hija, son narrados con una emotividad de partida, llena de anécdotas
nostálgicas y vivencias
con personajes como Milos Forman, Mary Ellen Mark o el mesero que lo atendía en Toledo cuando
almorzaba a diario con Luis Buñuel.
“Las cosas van y vienen, la ciudad se
queda”
Los lugares ven el pasar de generaciones y
sus huellas van quedando, transformándose en vestigios de los que las
sociedades futuras hablarán un día. Uno de las escenas mas emotivas del
documental nos muestra a Carrieré en su encuentro con Peter Brook en el teatro
en el que trabajó durante años, donde se menciona su restauración y su lucha
por divulgar el arte en sus diferentes formas, así como la visita a Toledo y la
evocación de los momentos que vivió junto a Luis Buñuel en sus calles, la
iglesia y los sitios de reunión considerándolos parte de los elementos que
forman una verdadera amistad y fortaleciendo la unión de almas que se
complementan y se ayudan a vencer a la
muerte, perpetuando así, su existencia con sus obras.
La meditación constante acerca de lo que
es un país, un pueblo, sobre cómo el mundo ve a las diferentes culturas y la
exploración de las mas antiguas tradiciones y sus enseñanzas nos muestran a un
Carrieré erudito, rico en experiencias enriquecedoras y listo para partir en
paz, sabiendo que el legado que quedará detrás de él será una valiosa
contribución al mundo.
“ A cierta edad hay que despedirse de los
lugares mas entrañables”
Partiendo de sus raíces Carrieré se despide
de los lugares a los que viajó en los que buscó su identidad, en los que no
buscó el presente sino el pasado, y de los que se siente parte, no como
extranjero sino como hijo de la tierra, como todos, sin importar su
nacionalidad.
250 metros, es la distancia que separa la
casa en un pequeño pueblo de Francia de el sitio en el que será enterrado al
morir, su lugar de partida y en donde su cuerpo físico encontrará descanso.